Todo empezó como una locura.
- ¿Os vais a Islandia? ¿Donde el volcán?
- Sí, nos vamos a Islandia.
Y así fue como mirando por Internet supimos de ISLANDIA 360. Los comentarios que leímos nos dieron confianza y contactamos con ellos.
La verdad es que desde el primer momento su profesionalidad nos hacía esperar un buen viaje.
Empezamos el 23 de Julio con el vuelo Barcelona-Reykjavik. Dormimos en un hotel cercano al aeropuerto y al día siguiente nos vino a buscar nuestro guía, Blas, con una furgoneta CARGADA DE COMIDA. En ese momento comenzó la aventura.
El primer día recorrimos lo que se ve de Islandia si estás solo cerca de Reykjavik, que es el Triangulo de oro, la falla que separa las placas Euroasiática y Americana en Thingvellir, Geysir, Gulfoss... Todo muy espectacular pero lo mejor del día fue un trekking que hicimos hasta un río de agua tan caliente que teníamos que buscar dónde se juntaba con otro de agua fría para poder bañarnos. Divertidísimo.
Al día siguiente continuamos con la exploración del sur de la isla. Fuimos a ver algunas cataratas de nombre impronunciable (aunque luego nos fuimos acostumbrando) entre las que destacaron Skogarfoss y Seljalandfoss. Comimos junto al mar en Dyhoraley y vimos el primero de los glaciares que iban a ser muy comunes durante los días siguientes. Este momento fue cuando estuvimos más próximos al Eyjalfjalla, el volcán que unos meses antes provocó serios problemas en Europa. De recuerdo cogimos un puñado de ceniza junto a la carretera.
Por la mañana seguimos hacia Hofn, pero antes pasamos por algunos sitios memorables, sobre todo Jokullsarlon: un lago entre un glaciar y el mar, lleno de icebergs. Allí subimos a un "cacharro anfibio" parecido a un autobús descubierto que se puso a navegar por el lago permitiéndonos ver (y probar) el hielo glaciar de cerca. Fue ahí donde vimos que el hielo es azul. También fue excepcional ver los icebergs encallados en la arena de la playa hasta que son lo bastante pequeños como para flotar y marcharse mar adentro.
Al día siguiente, desde Hofn, volvimos un poco hacia atrás y subimos en un todo-terreno espectacular al glaciar Vatnajokull, donde alquilamos unas motos de nieve para entrar (solo un poco) en el glaciar, que es el más extenso de toda la isla. Cuando paras el motor de la moto-nieve, todo alrededor es hielo y silencio. Nunca habíamos sentido nada igual.
El día siguiente fue más tranquilo: subimos hasta Egilsstadir a recargar comida (es increíble lo que llega a comer una persona). Además nos hacía falta descansar un poco para lo que nos esperaba después.
Salimos temprano hacia el desierto de los desamparados y tras un montón de kilómetros de pistas de tierra, lava, ríos y muy poca gente llegamos al cráter del volcán Askja, que es ahora un lago enorme. Allí comimos y luego, por ser buenos chicos, Blas nos dio la sorpresa del día: caminamos un rato hasta llegar a un cráter bastante más pequeño de agua color turquesa, que era caliente y sulfurosa. La idea era BAÑARSE allí mismo. Pues al agua con lo que llevábamos (el olor a azufre de la ropa está aún en algunas camisetas). Inolvidable.
Dos días después llegábamos al lago Myvatn. Es una zona de gran actividad volcánica. Tanto que en cualquier parte se veían grietas soltando vapor (o lo que fuera). Allí nos bañamos en una piscina de aguas termales (más civilizadas esta vez) pero igualmente impresionante: las vistas alrededor eran más cerca o más lejos, conos volcánicos algunos apagados (por ahora) y otros activos.
De camino a Akureyri pasamos por Husavik para embarcarnos en un navío de madera e intentar ver ballenas. Vimos algunas, calderones creo, delfines mulares y millares de frailecillos. En el barco, aparte de que se movía lo suyo, hacía bastante frío (claro, estábamos en el mar) pero el chocolate caliente y los bollos que nos dieron a bordo nos quitaron todos los males. Aquella noche la pasamos en Akureyri... algo de civilización entre tanta naturaleza.
La noche siguiente la pasamos no lejos de Hvammstangi en un albergue cerca de un estuario. En la orilla de enfrente vimos un montón de... ¿piedras? ¡No, focas! Debía haber un centenar. Después de cenar salimos a sentarnos un rato en la playa (total, aún era de día) para ver como nadaban y jugaban entre ellas... Incluso algunas se acercaban a ver quién andaba por ahí.
Poco a poco íbamos volviendo a Reykjavik. Antes teníamos que pasar aún un par de días en la península de Snaefells. Cruzando la península de Norte a Sur por una pista de tierra con una niebla que se podía cortar llegamos al glaciar Snaefellsjokull, donde según Julio Verne, está la entrada al "Centro de la Tierra". Aquella tarde, ya en el sur de la península, dimos un paseo en caballo islandés por la playa.
Los dos últimos días, cuando ya habíamos regresado a Reykjavik, dimos descanso a Blas... hasta que volvimos a quedar con él y con Xavi (responsable de Islandia360) para cenar y contar las batallitas del viaje.
Al día siguiente tomamos el avión de regreso a Barcelona, bastante tristes por lo que dejábamos atrás pero contentísimos porque nuestras expectativas se habían cumplido con creces.
Si vais a Islandia, disfrutad del paisaje, de la naturaleza, de la poca gente que hay... pero no esperéis grandes hoteles, restaurantes... Islandia es bonita tal y como está pero eso sí, te tienes que adaptar a ella.
Gracias,Blas por estas inolvidables vacaciones.
Por cierto este año iremos con Greenland Adventures... esta vez a Groenlandia... ¡Ya os contaremos!
Ricardo López Olalla y familia (Barcelona)
No hay comentarios:
Publicar un comentario